Cuántas historias se pueden sacar
de un relato de nuestra vida.
Lo que se ha expuesto en el
libro, Bisabuelos de mis bisabuelos, es eso. Mi propia visión, sesgada y a
menudo equivocada de una historia familiar que se compone de infinidad de
historias.
Sirva este trabajo para dar que hablar. En el buen sentido de la
expresión, que es el sentido literal. Las fotos, las anécdotas, todo tiene
siempre un punto de vista muy particular, y por lo tanto, en las historias que
se cuentan aquí, caben múltiples versiones. Tantas como protagonistas tiene.
Es el momento de contrastar,
confirmar y conocer los mismos hechos, por medio del relato de otros, que
también fueron protagonistas de estos.
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Mi tía Isabel Coll Belmonte |
No podemos quedarnos con lo que
aquí se dice. La lección más constructiva que yo saco de la genealogía es; “Habla con tus mayores, para poder contarle,
después a los que vienen detrás”.
Lamentablemente, o por suerte,
según se mire, ahora muchos de nosotros somos ya esos “mayores”. Ya quedan
pocos de nuestros abuelos, padres o tíos para contarnos nuestra historia. Pero
hay que aprovechar a los que quedan y recordar a los que ya no están.
Siempre puede ser un buen
momento, una gran ocasión para hablar. En la cocina, preparando la comida, o en
una larga sobremesa. Animar a mi madre María, o a mi tía Marianita a que
cuenten tal o cuál aspecto de su padre, desde su punto de vista. Una larga
conversación telefónica con alguien que vive en Tarrasa, en Valencia, en
Barcelona o en Caravaca de la Cruz, nos puede aclarar muchos puntos oscuros.
A veces, la visión de la
fotografía de un grupo hace aflorar sentimientos que estimulan a verbalizar
recuerdos. Tesoros en prosa, para nuestra propia memoria.
¿Para qué sirve la genealogía? Como digo en el encabezado de
mi blog, para mi es la manera de desarrollar
mi apetito de buscador.
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Mi madre María con sus primas Rafa y Marieli Mancebo del Rey en Almansa |
“Un buscador es alguien que busca; no necesariamente alguien
que encuentra. Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está
buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.” (Jorge
Bucay).
Pero también sirve para conocer mi pasado y el de quien me
precedió. Para entender mi propia historia hablando con los que la vivieron
conmigo. Y así, sabiendo de dónde vengo,
llegar a entender quién soy.
Gracias a esta afición, he hablado mucho con mi padre. Me ha
contado los avatares de su vida laboral. Que siempre estuvo ligada a su vida
familiar. Hablé mucho, también con mi tía Isabel, la mayor de las hermanas de
mi padre. Su visión de este, como su hermanito pequeño ha sido de un valor
incalculable. He hablado mucho, sobre todo, con mi madre. Y gracias a ella he
llegado a comprender cómo fue su vida desde su juventud y su matrimonio.
Ojalá hubiera hablado más con mi tío Eugenio, el mayor de
los hermanos de mi madre. El me habría aclarado muchas cosas de la vida de sus
padres, mis abuelos Eugenio y Marita, a los que no conocí. Y también de sus
abuelos, mis bisabuelos Eugenio, Mariana, Manuel y María. Ellos son para mí,
personajes de mi Historia. Lo poco que conozco de sus vidas me gusta mucho y me
intriga a la vez.
La prima de mi madre Carmen Martínez Brotóns me ha contado
cómo fue la vida de su padre, el tío Manolo de mi madre, que estuvo embarcado
varios años, después se fue a Madrid y más tarde se instaló en Barcelona. Y los
motivos para este traslado. Por María Asunción Antón Martínez, también prima de
mi madre conocí la versión de esa misma historia desde el punto de vista de una
de las hijas de Andrés Antón y Consuelo Martínez.
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Mi madre con su primo Pepe Carracedo del Rey y mis hermanas Maripé y Susy |
Rafa Mancebo del Rey, la querida prima de mi madre, que vive
en Valencia, me recuerda lo mucho que habría congeniado con su padre, Martín
Mancebo Segarra, quien fue también aficionado a la genealogía y realizó una
investigación de la historia familiar que me ha llegado gracias a su hija Rafa.
Por el lado paterno, hablé con Isabel Salinas Belmonte, la
viuda del primo de mi padre Antonio Coll Ruiz. Ella me describió algunos
retazos de cómo era la vida en La Basca. Y su relación con sus primos que se
fueron a Elche. Sus comentarios sobre mi bisabuelo Ginés, como abuelo de su
marido me sirvieron para conocer algo más el carácter de este hombre de campo.
También he tenido ocasión de hablar con Isabel Abellán Coll,
prima de mi padre, hija de la tía Loles. Esta hermana de mi abuelo es otra de
las personas con la que debería haber hablado mientras pude. No hice el
esfuerzo que esto requería, de lo cual me arrepiento. Murió en mayo de 1999, cuando ya había
empezado a investigar, y me enteré de que llevaban muchos años sin hablarse
ella y mi abuelo Pepe. Y me enteré del motivo, pero me faltó su versión.
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Las hermanas de mi abuelo Pepe, Antonia y Loles Coll Abellán |
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José Coll González primo de mi padre |
Mi tía Fina, me contó su propia versión de acontecimientos
trágicos, como la muerte de mi primo Pepito, cuando ella aún estaba en el
convento de las RR Clarisas, como monja de clausura. Y yo mismo he podido vivir
los cambios en su vida desde que dejó los hábitos, estudió, aprendió a
conducir, trabajó con su hermano Ginés, se casó con Paco Rodríguez y vivieron
una buena vida en Caravaca, con su nueva familia.
Agradezco las conversaciones con todas estas personas,
aunque lamento en la misma medida las ocasiones perdidas para hablar con otras
muchas.
Después de veinte años recogiendo datos, apuntando fechas
nombres y lugares, he puesto toda esta información en forma de libro.
Y eso es
“Bisabuelos de mis bisabuelos”. Mi forma de haceros llegar mis esfuerzos por
comprender de dónde venimos, o quienes somos.
Deseo que os sirva para recordar, confirmar o desmentir, y
contar la misma historia desde vuestra propia versión.