Hace ya más de veinte años que
empecé a buscar registros de mis familiares antepasados. Como ya he comentado
en otras ocasiones, empecé apuntando en unas
libretas los nombres y apellidos de mis familiares, sus fechas de nacimiento, matrimonio y
defunción. Hasta donde pude los fui anotando basándome en mis propios recuerdos
y preguntando a mis padres y tíos. Mis cuatro abuelos habían fallecido ya años atrás. Todos estos datos los fui contrastando con información basada en
documentos escritos. Registros parroquiales como partidas de bautismo,
matrimonio o defunción y también registros civiles, como actas de nacimiento, registros de propiedades, etc.
La recolección de estos
documentos ha sido la piedra angular de mi investigación. Visité las parroquias de donde eran feligreses mis ascendientes. En Beniel,
Murcia y Almansa, entre otras muchos. En numerosas ocasiones, escribí a los
párrocos de las iglesias en cuestión, para solicitar partidas. Por este
método conseguí las primeras generaciones de mis raíces.
El siglo XXI y el auge
de internet han facilitado en gran medida mis pesquisas. La página Familysearch.org,
propiedad de los mormones ha sido de gran ayuda. En efecto, esta búsqueda y
clasificación de datos demográficos ha sido muy importante para mi estudio. Pero tan importante o más
que la estructura de mi árbol genealógico es el contenido del edificio que
estoy recreando. Datos sobre las vidas de las personas de mi genealogía. Sus
fotos, donde vivían, a qué se dedicaron. Datos históricos contemporáneos de
cada generación.
Debido a mi formación profesional en Ciencias de la Salud he llevado esta
investigación siguiendo el método científico. Cada dato registrado es
comprobado mediante documentos. Y siempre que se puede, por más de una fuente. Para
mejorar en mi estudio genealógico, he ido adquiriendo habilidades de búsqueda
por mí mismo, así como trasmitida por otros genealogistas que han compartido su
propia experiencia. Pero además me he formado en el estudio de esta materia por
medio del máster de Derecho Nobiliario y Premial, Heráldica y Genealogía de la
UNED de Madrid que realicé en 2005.
En el año 1998 inicié mi árbol
genealógico. Dos años más tarde, en enero de 2000 edité un libro titulado “Árbol
genealógico de la familia Coll del Rey”. Esta obra no fue publicada ni
comercializada. Tan solo imprimí unos cuantos ejemplares que repartí entre mis
familiares. Pero también he realizado otros proyectos dentro la misma
disciplina. En el año 2005 durante la realización del citado máster
inicié otra investigación sobre los descendientes de Melchor Coll y María
Boscada. Procedentes de Valencia, a mediados del siglo XVIII se instalaron
en Beniel y dieron una gran descendencia. Son responsables de la aparición y
dispersión del apellido Coll por toda la Región de Murcia. Como resultado de
este estudio, en el año 2014 publiqué “El origen del apellido Coll en
Beniel”
Después de la edición y publicación
de esta obra, reanudé mi investigación sobre la genealogía de los hermanos Coll
del Rey. Como resultado de este extenso trabajo en enero de 2018
publiqué el libro “Bisabuelos de mis bisabuelos”.
Estas publicaciones son el
resultado visible del progreso de mi investigación. Sin embargo, por mi parte
no he dejado de investigar. Al contrario. Ahora que he plasmado en libros los
mayores resultados conseguidos, me centro totalmente en seguir investigando sin
interrupciones.
En los foros de genealogía a
través de las redes sociales se comenta entre los investigadores los avances
que hemos hecho en nuestro trabajo. En esas ocasiones, tendemos a lucirnos con nuestros
logros, en un esfuerzo por impresionar a los que tienen su trabajo en un
estadio inicial. Sacamos pecho y alardeamos de la cantidad de datos que hemos
conseguido hasta la fecha. No pienso criticar negativamente esta actitud.
Presumir es muy humano, y en mi opinión no es algo negativo necesariamente.
Porque junto con estas demostraciones del valor de nuestras búsquedas, también
intercambiamos ayuda para descifrar documentos, consejos sobre qué programa
informático utiliza cada uno y cuál puede ser mejor, sobre cómo y dónde buscar
datos, etcétera.
Recientemente en el foro de Facebook
Genealogía Castilla La Mancha, se propuso una pregunta;
¿Cuántos antepasados tienes en tu árbol? Esta pregunta comenzó un hilo de
intervenciones de muchos de los que colaboramos en este y otros foros de
genealogía. Todos íbamos diciendo cifras de antepasados directos y de
colaterales más o menos extensas, con las expresiones de Me gusta o Me asombra,
ante unas y otras respuestas.
Es una pregunta muy concreta y así mismo la
hemos contestado. Sin embargo yo me fijaría más no en el número de antepasados
sino en la calidad de nuestra investigación. No en lo largas que tenga las
ramas nuestro árbol, si no lo frondoso que sea. Me refiero a que lo más
pertinente para conocer el estado de un estudio de genealogía sería preguntarse
cuántas generaciones has completado, y cuánto conoces de los antepasados
citados en tu árbol.
Para aclarar cómo va mi
investigación voy a exponer un gráfico sobre datos de la misma generado con el programa Sistema General de Documentación Familiar GDS de Marshall System.
En el gráfico anterior hay una
exposición clara del contenido de mi investigación en cifras. Una columna
define las generaciones nombradas con números romanos, siendo la generación II
la de mis padres. Hay una columna de Antepasados esperados, y otra de
Antepasados encontrados. Esto tiene muy fácil explicación. En un estudio genealógico
descendente no sabemos cuántas personas integran cada generación porque
ignoramos cuántos hijos tuvo cada pareja. Lo contrario ocurre con una genealogía
ascendente. Siempre se conoce el número de personas que forman cada generación;
dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, etcétera. Aunque la investigación
intenta poner nombres, apellidos y fechas a ese número de personas esperado en
cada línea del tiempo. En la tabla podemos leer que hasta la generación VI, el árbol
genealógico está terminado respecto de la identificación de mis antepasados. Las
generaciones VII, VIII y IX están bastante completas, pero a partir de la
décima generación faltan muchos nombres por localizar en los libros viejos y otros
documentos.
Otro tema importante para
describir en qué punto está la investigación es que de las cinco primeras
generaciones, he conseguido extensas biografías de cada uno de los integrantes, incluyendo muchas fotografías aportadas por mis familiares y también
anécdotas y datos de sus vidas. Esto nos ayuda a conocer un poco más a esas
personas que integran el árbol genealógico de los hermanos Coll del Rey. Mis 7 hermanos
y yo mismo como generación nº 1, mis padres, mis 4 abuelos, mis 8 bisabuelos y mis
16 tatarabuelos.
Por lo tanto queda mucho trabajo por hacer en
este estudio. Por un lado quiero conocer los nombres apellidos y cuantos datos
pueda de la mayor parte de mis antepasados. Al menos hasta donde los registros
me lo permitan. Por otro lado, voy a seguir profundizando en el conocimiento
sobre la vida de mis antecesores más cercanos, hasta donde los pueda estudiar.
Soy consciente de que en muchas
ramas, la búsqueda se ha interrumpido definitivamente. Hay puntos
muertos de la investigación debido a falta de libros parroquiales por expolio
o por incendios fortuitos. O en el mejor de los casos, tan solo se trata de
interrupciones debidas a que los registros disponibles no están digitalizados- En estos casos debería desplazarme al lugar donde se encuentra el archivo para seguir investigando.
Es bueno que tengamos claro, por qué existen atascos en nuestro estudio
genealógico, y si tiene solución. También sé que no terminaré esta
investigación durante mi vida. Es un trabajo que debería retomar algún otro
aficionado a la genealogía perteneciente a la misma familia, sea descendiente mío
o de cualquiera de mis ramas colaterales. Es por ello que considero importante
dejar constancia escrita de mi estudio.

Espero que alguna vez le sirvan a
alguien más, como a mí me han sido útiles.